viernes, 3 de octubre de 2008

Extrañas posturas institucionales a recordaciones pomposas del 68. Y el 0.56, que tampoco se olvida, ataca de nuevo veladamente...


Astillero
Julio Hernández López Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx
■ Guantes blancos, manos limpias
■ Institucionalidad mohosa
■ Obsesiones párvulas

Jóvenes autodenominados anarquistas y punketos que iban en la marcha de aniversario por la matanza de Tlatelolco se enfrentaron con policías en el Centro Histórico de la ciudad de México Foto: Víctor Camacho
La institucionalidad asume hoy posturas ceremoniales para ver el 68, mientras afila similares armas represivas frente a eventuales insurrecciones sociales que en esa lógica de la beatificación inocua podrán ser recordadas en positivo cuatro décadas después. El fantasma de Díaz Ordaz sobrevuela palacios estatales y nacional, y las mismas fuerzas que antaño silenciaron, golpearon, asesinaron y celebraron la mano dura del presunto salvador olímpico de la Patria, hoy imponen cuasi unanimidades periodísticas y mediáticas de linchamiento a las opciones electorales de izquierda y sus genuinas luchas masivas, como la defensa del petróleo, y usan a sus Chuchos Sócrates Amados (Chusa) para infiltrar y dividir, es decir, para crear las condiciones para celadas y sus posteriores justificaciones. Rebeldía aceptable sólo en cuanto es pasado: los Estudiantes que nos dieron Patria (a partir del 68) son llevados a la institucionalidad mohosa que pretende reducirlos a simples héroes de calendario, musas efímeras, retablos de quitapón.
Por debajo de la neblina ceremonial, las cosas están peor que en el propio 68. Tlatelolco ha sido largamente multiplicado, en la paz pripánica de los cuarenta años recientes, en los muchos mártires diarios que caen en defensa de ideas y derechos, con Batallones Olimpia de guantes blancos (y “manos limpias”) y fuerzas militares y policiales cada vez más activas contra ciudadanos sin culpa que son llevados entre las botas por operativos en todo el país en los que no se respetan derechos ni leyes. Pero la fecha obliga y entonces se organizan ceremonias oficiales con rectores gordillizados que se especializan en mediatizar y apaciguar, en mantener el conveniente pasmo fontanero instaurado desde tiempos zedillistas. En la cámara de diputados, sede de tantas traiciones patrias, institucionalmente la misma que estalló en larga ovación a Díaz Ordaz, algunos de los responsables de la postración nacional se suman a la recordación pomposa, que también repite el gobernante capitalino “de izquierda”: declaras, haces como que honras, y te vas.
Hasta eso, San Felipe del Virtual Revoco (en sentido político, no de albañilería) se portaba congruentemente silencioso respecto a la fecha, al menos hasta la hora de cerrar esta columna sin revoque: ni una palabra sobre el tema agitador, subversivo y comunistoide al que un poblano tuvo que reventar con sangre como acaso un michoacano tendrá que hacerlo algún día frente a una versión moderna. Sangre relacionada con luchas sociales, se entiende, porque sangre, como tal, ha corrido con abundancia e irracionalidad tales, en la criminalmente llevada “guerra contra el narcotráfico”, que bien haría el Gustavo de hoy en ver su imagen histórica dibujada en el espejo del Felipe de ayer: decenas o centenares asesinados en 1968 en la Plaza de las Tres Culturas; miles ahora, de 2006 a la fecha, en la plaza nacional, decenas o centenares de ellos con total inocencia, sin involucramiento con el “crimen organizado”. Mientras la hoja del almanaque caía, Felipe aprovechaba un público infantil (el Sexto Parlamento de las Niñas y Niños de México) para insistir en su obsesión buscadora de legitimidades nunca perdidas porque nunca las hubo. Dijo a los pequeños que “la primera regla de la democracia es respetar a los demás”, y que “se puede pensar distinto, pero hay cosas en las que uno debe estar unido, como mexicano o mexicana”. Felicitó a sus oyentes por poder dialogar, debatir y, “al mismo tiempo, respetarse”. Porque (haga aparecer el lector un corazón electoral herido, por favor) “hay quien, teniendo ya muchos años, y diciéndose muy demócrata, la verdad no respeta las ideas básicas de la democracia, y puede hacerle mucho daño al país”.
Luego, sin dilucidar quién era ese Quien tropicalizado, el Héroe de la Batalla del (presunto) 0.56 por ciento abordó con ánimo párvulo el... (Más de la nota aquí): http://www.jornada.unam.mx/2008/10/03/index.php?section=opinion&article=004o1pol

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