martes, 13 de octubre de 2009

Más sobre el SME

Proyección y extinción
Pedro Miguel

El pelele de los intereses empresariales cruzó el punto de no retorno con un discurso esclarecedor: La mayor parte de los recursos que recibía este organismo de manos de los mexicanos no se podían destinar a mejorar la calidad del servicio sino que, fundamentalmente, iban a pagar privilegios y prestaciones onerosas de carácter laboral, y esto se agravaba año con año, el número de trabajadores seguía creciendo desproporcionadamente, el bajo desempeño no sólo era muy costoso para todos (sino que) también afectó a la economía nacional y una desmesurada proporción de los presupuestos se perdía por robos, por fallas técnicas, por corrupción o por ineficiencias, y para mantener ese estado de cosas hubiera (sic) sido necesario subir desproporcionadamente las tarifas eléctricas o aumentar constantemente los impuestos.

No hace muchos meses, el secretario técnico de la dictadura corporativa incluyó el nombre de Sigmund Freud en una lista de economistas ilustres. No es de extrañar, entonces, que carezca de la menor noción sobre el significado sicoanalítico del mecanismo de proyección, una ocultación involuntaria e inconsciente mediante la cual el sujeto localiza en una persona o cosa externa sentimientos o valoraciones que corresponden más bien a sí mismo: aun formuladas con estilo deplorable y sintaxis que se atropella a sí misma, las frases citadas en el primer párrafo de este texto son una descripción precisa y eficaz del régimen que, nominalmente, encabeza Felipe Calderón Hinojosa, y no es necesario tener muchos dedos de frente para perdonar la pobreza idiomática y compartir y suscribir su corolario: tenemos que cambiar lo que no funciona en el país porque ya no quedan otras opciones, porque el tiempo y los recursos se nos agotan; hoy, cambiar a fondo no sólo es la mejor, es la única alternativa.

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Si alguien lee ésto: Muy, muy importante que todos estemos bien documentados, sobre lo que pasa en México y los sindicatos "no charros"

El SME y la blitzkrieg

Luis Hernández Navarro

Acosado por el descontento popular en su contra y la sombra de su ilegitimidad de origen, Felipe Calderón comenzó su sexenio con una blitzkrieg y pretende refundarlo con otra. De la ceremonia de toma de posesión al asalto contra el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), la militarización de la política y la guerra relámpago se han convertido en los sellos de su política.

La blitzkrieg, o guerra tan rápida como un relámpago, es una doctrina militar de ataque que combina los bombardeos iniciales con el uso de fuerzas móviles desplazadas a gran velocidad y sorpresa para impedir la defensa coherente del enemigo (Wikipedia.org). Se trata de una guerra de penetración rápida y anulación.

Una variante se efectuó el primero de diciembre de 2006. Recordemos. En esa fecha, el cambio de titular del Poder Ejecutivo, el acto más importante en la liturgia laica de la República, se realizó acelerada, torpe y desordenadamente. En pocos minutos Felipe Calderón llegó a un Congreso de la Unión sitiado por el Estado Mayor Presidencial, rindió protesta como presidente de la República, estuvo a punto de que su antecesor le impusiera la banda, tuvo que ser auxiliado por un militar para que ésta se quedara en su lugar, desairó a los cadetes emplazados para rendirle honores, no pudo dar un mensaje a la nación y puso pies en polvorosa.

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