Esos problemas no son meramente teóricos o pueden reducirse a simples ocurrencias. Del modo en que los enfoquemos dependerá de que podamos entender con toda claridad el diseño que deberá tener todo intento de reforma política de nuestra entidad capital. No hace mucho, en una entrega anterior, me ocupé de las opiniones negativas de Alejandro Encinas en torno a la municipalización del DF, que él considera absurdas, en una entidad, según su opinión, que requiere, ante todo, ser gobernada unitariamente, desentendiéndose de su democratización. Convertir al DF en un estado de la Federación (que, en realidad, no tenemos por qué buscar convertirlo
, pues ya lo es, en la letra misma de la Constitución), organizado, en su régimen interior, en municipios (como manda el 116 constitucional) y con plenos poderes como entidad federal, les parece un exceso a quienes me he referido.
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